Dicen, que ninguna persona viene completa, que a todos nos falta algo. Tal vez ese algo, con el paso del tiempo, se transforma en alguien.
Sin embargo tengo la sutil sensación, de que todo lo que tiene que ser es, (sí, estoy hecha una filósofa). Es decir que, a la larga, todo tiende a unirse o termina por decantar, naturalmente.
Entonces así como no podemos concebir, (sí, tengo tendencia a generalizar lo que pienso al resto de la humanidad), una porción de pizza sin un vaso de cerveza, tampoco podemos esperar que, por ejemplo, un perro se enamore de un canario. (creedme, tengo un punto).
Las personas, para la mayoría de la gente, se dividen en dos categorías básicas, a saber: Normales y Anormales*.
Entonces, ¿no sería natural que la gente normal se uniera, casi por ósmosis, con la gente normal?. La cuestión es, una vez más, saber qué es la normalidad para el común de las personas. Pero, aún sin saber bien qué significa, somos o no somos.
En la vida, uno se va dando cuenta a qué categoría pertenece, casi, diría yo, cómo amparándose en un refugio. Como si hubiera un lugar, dónde hacerse fuerte, ademas de los palazos, autoinflingidos o heredados del ambiente.
En el caso de la gente con “problemitas”, -como yo-, uno va percibiendo cierta anomalía desde el comienzo. Cómo una falla de fabrica que, por supuesto, nos hacen ver los demás, cuando nos escuchan hablar y nos devuelven una mirada incrédula y estupefactas, como no entendiendo bien en qué parte estamos más jodidos.
Por supuesto, uno no es ajeno a los efectos que produce en cualquier ser común, la mirada del otro.
Sin embargo, también es cierto que, [no sin antes mirarse a uno mismo con una lupa gigante], luego de una etapa, diríamos, de adaptación furiosa e inevitable, la mirada del otro empieza a pesar menos, o quizá, el otro ya no tiene la mirada puesta en nosotros, porque nos ha mandando derechito a la papelera de reciclaje con un simple delete.
Lo normativo, dicen, normaliza. Y aún, sabiendo eso, uno “anormal por naturaleza y definición de los otros”, no anda por la vida, necesariamente, por fuera de las normas, al contrario, las respeta a rajatabla, [es por eso que la pizza no se concibe, sin un vaso de cerveza :)].
Fue así, como la vida, -no sin antes arrastrarme por sombríos senderos, álgidos caminos, y dejarme, muchas veces, al borde de sus cumbres barrancosas,- me trajo hasta aquí.
Gracias al cielo (¿?), es cierto lo que reza el dicho, “Todos los caminos conducen a Roma” y, por lo tanto, hoy estoy donde debo estar. [Sí señores, me debo a mi público.]
No es casualidad que gente como uno tenga, como
común denominador, la misma
“Pato – Logia”. Es más, me atrevería a decir que, todos los síntomas se transfieren por una especie de
Pandemia, dado que en diferentes regiones, se han detectado casos en dónde aún,
usadas de cerca las mismas técnicas de persuasión, no se ha logrado resultados
restaurativos.
Se podría decir que uno, con el paso de los años, prefiere vivir en
La Luna, antes que simularse a sí mismo, una normalidad taxativa.
Es así, como se aprende a ser. Por oposición al resto. Es justamente la diferenciación con los otros, la que nos dice que, somos nosotros y no los demás.
De ese mismo modo, en los subgrupos, las características comunes, hacen que pertenezcamos o no, en una instancia de normalizar, a partir de éstas, lo que es imprescindible para formar parte del mismo.
Sin más preámbulos, voy a terminar diciendo que las pato.logías graves, casi incurables, tienen como positivo, el hecho de dejar la falsedad de lado, es decir, nadie se sorprenderá porque un loco se comporte como tal, por lo tanto, uno tiene el espacio para ser uno mismo.
Esas pato-logías muchas veces dan miedito pero, así y todo, causan curiosidad. La misma curiosidad que mató al gato y que, a su vez, a veces nos regala las sorpresas mas lindas.
Saber que uno no está solo en su
anormalidad sino que, son mucha más
Las historias de encuentro, que las de desencuentros, relaja, tanto o mas que saber que,
“El día menos pensado ”, uno puedo cruzarse con la horma de su zapato, [o como si se tratara de un cien pies, las hormas de sus zapatos], acalla todas esas voces que durante tanto tiempo, trataron de convencerlo, de las bondades de la
normalidad. Me quedo como estoy. Aunque la regla general dice que
casi todo
puede fallar, esta vuelta salio bien. Sépanlo. Y
good bye patito, digo... Pato-logías.
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.Por favor, pasen ya mismo por acá, porque claramente: yo, lucho,
sépanlo! .
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*Por supuesto hay eufemismos que suplantan la palabra anormal, con elegantes sutilezas: Freak, enfermo, o en el caso de que la “anormalidad” pase por un costado más bien “emocional”, tenemos una metáfora más que elocuente, loco de mierda, -aunque tambien hay locos lindos-. Bueno, no sigo, porque tendría que postear el DSM IV completo, y no hay lugar para tanto.