sábado, 29 de diciembre de 2007

Ene Ene ... (NoNatalia)




Estoy cansada. Me duele la espalda. Seguramente es por el esfuerzo de estas últimas semanas. No me puedo relajar. Me desmorono. Siento que me desmorono. Que no hay sostén. No hay nadie que me sostenga. No hay descanso. Y vine acá buscando descanso. Pero no. Otra vez no. Tantas veces no.
Ahora es basta. Basta de estar siempre esperando. Basta de estar ahí. Basta de estar. Me canse y parte del cansancio viene acumulándose de años de introspección. De años de “echarme la culpa” de hacerme cargo de cosas que no tengo porque ser responsable. ¿Será que si nos las hago yo no las hace nadie?. No lo se. Solo se que estoy cansada. Cansada y punto. Punto de llegada. Punto de salida. Nunca termina. No quiero el equilibrio eso es verdad. Es aburrido. Pero tampoco quiero esto. Tampoco quiero sentir que todo esta sobre mis hombros. Será por eso que me duele la espalda. Tanto dolor de espalda. Tanto peso. Y en la balanza no hay nada. Del otro lado una vez más no hay nada. Solamente frustración, y el rechazo perpetuado por mí. Por mi maldita manía de carencias insanas. Por mi maldita costumbre de necesitar creer. De necesitar y punto. De necesitarte. Vine acá para volver a empezar. Y sí. Efectivamente volví a empezar, todo lo mismo. Todo repetido, por mí. Por mi estupidez. Por mi ilusión de que un día alguien va a darse cuenta que estoy acá. Adentro de mi caparazón armada para desarmarte. De mi artillería barata. De mis armas depuestas, ante la mínima caricia. Como un perrito agazapado. Que después de ladrar, de ladrar por rabia, de rabiar por no saber llorar, ante el primer gesto de empatía, se entrega a la perversidad ajena. Así de sencilla soy en el fondo… o en el principio. Un modelo básico. No soy full, soy básica. Básicamente idiota. No puedo. Ya no puedo. Me duele la espalda. Vengo caminando desde Buenos Aires, y me quedo sin aire. No encuentro un puto lugar donde refugiarme. Donde descansar. Donde resguardar tanto sueño acumulado, tanto dolor adormecido. Tanta carga. Tanto peso. Tanto. Tonto. Tonta. Me siento a pensar. Y no puedo pensar. Tengo miedo. Tengo el mismo miedo que tuve esa noche, en la que sentí que no podía llorar. Que no estaba bien llorar. Entonces empecé a sangrar por dentro las lágrimas del temor. Del dolor escondido. De necesidades insatisfechas. De tanto desorden. De tanto caos. De tanto terror. Y me escondí. No se donde me escondí. Pero lo hice bien. Porque parezco fuerte. Porque me llevo años reencontrarme. Y ahora vuelvo a perderme. No puedo llorar. Ahora no puedo llorarte. No tengo tiempo. No tengo derecho. Tampoco tengo izquierdo. No tengo donde sentarme a llorar. Y a mi alrededor esta lleno de gente que no se da cuenta. Que no me escucha. Que no me ve. Perdí la capacidad de decir lo que siento. Lo que necesito. No se explicar qué me duele de todo. No se por donde empezar. Todo lo que me duele esta tan expuesto. Es tan obvio y a la vez tan escurridizo. No se llorar. No me salen las lágrimas. No quiero empezar. Quiero terminar de una vez por todas de llorarte. Me ahogo. Me duele la espalda y me ahogo. Me duele el cuello. Me duelen las manos. Me duelen los ojos. Me duelen los labios. Me duele no poder sacarme de encima todo esto que no se como se llama. Pero que me pesa. Me pesa y me duele. Me duele y me encadena a no se que puto destino. Malparido destino. Hace un año que no la veo. Exactamente un año. Y esto es solo el comienzo de tal vez, muchos años más sin verla. Y con ella. Mejor dicho con el NO ella, reaparecieron los vacíos de antaño. Reaparecieron las carencias de hace siglos. O tal vez solo se reeditaron. Pero esta vez no hay “Fe de erratas”. Esta vez es y punto. Las ausencias son ausencias y nada más. El que no está es porque elige no estar. El que lastima es porque elige lastimar. Y yo ya no puedo llorar. Me duele la espalda. Y tengo miedo. No puedo hablar. Otra vez me quedé sin palabras. Otra vez no se por donde empezar a decir todo lo que no puedo llorar. Otra vez… no tengo dónde. No tengo quién. No tengo cuando. Otra vez estoy conmigo y con nadie más. Otra vez estoy empezando a escaparme del afuera. Otra vez estoy escondiéndome en mi caparazón armada para desarmarte. Otra vez soy el fantasma que no reconoce espejos. Porque los espejos no reflejan fantasmas. Otra vez sin Otro del otro lado. Otra vez me duele la espalda. Estoy cansada. No tengo sueño y no puedo llorar. Otra vez la bronca...


Hoy hubieras cumplido 42 años.

1 Arengaron conmigo on "Ene Ene ... (NoNatalia)"

La Luna on 29 de diciembre de 2007, 2:46 dijo...

Bueno si, te dejo un comentario ¿Y que?
Solo para decirte que escribir ene-ene, también es llorar. Y cada uno llora como puede.
Cualquier cosa te presto un pañuelito, sino...sigo leyendo.

Beso grande.
Lu

 

Que parezca un accidente son todos putos incluso en blogger pero putos de verdad El gato todopoderoso la vida misma esta llena de herejes