Termino de alimentar a mis 149548 mascotas made in feisbuk, y decido ir a molestar al gato real. Qué lindo es, por favor. Resulta que tengo pensado irme a la costa o a algún lugar muy, muy lejano tipo Neverland, para las fiestas, el temita es con quién dejo al gato. Pueden postularse, desde ahora. Igual, ese es otro cantar.
Decía, busco al gato mientras canto la canción de Freddy. El gato me mira, lo miro, me mira, lo miro. Me siento al lado suyo y empiezo a molestarlo. Amo cuando se enoja y me hace jjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj, porque quiere decir que sabe, fehacientemente quién es la que manda acá: ella. Oh. :(
Me canso de molestarla, aunque ella se cansa antes y sale rajando. Maldita. ¬¬ en eso llega el SDD de jugar al Squash, [Dios, ¿al Squash, posta?]
Aparece todo chivado y de paso empapado por la lluvia que se largó, porque claro, no llovía hacía 8 meses y el cielo se desquita. Entra a la habitación en ese estado calamitoso mientras yo, presa y esclava de mi trabajo hediendo, termino de mandarle las novedades del mes a la contadora a las 10 DE LA NOCHE. Si, 10 de la noche, la puta madre.
Estoy meta takatakatakataka y tipeo tan rápido que casi no me veo los dedos, [faaaaaaaaa].
SDD es de esas personas que te hablan cuando estás haciendo otra cosa, pero otra cosa que requiere tu atención, por ejemplo terminar de bordar algo, tejer al crochet o, simplemente, PASAR DATOS IMPORTANTES PARA DAR DE ALTA UN EMPLEADO ¬¬. Me enferma, me enferma que me hable cuando es evidente que no puedo prestarle atención, y no, no sólo se enoja porque no le contesto sino que, además, repite lo mismo incesantemente 20 veces hasta que yo, cansada de escuchar el cantito insoportable de su repregunta, le termino gritando: ¿NO VES QUE ESTOY HACIENDO OTRA COSA? Y no, no ve. Es pelotudo. Pero bueno, obviemos la parte en que el maldito interrumpe el estado de trance en que entro cuando estoy concentrada y quiero terminar algo lo antes posible, y concentrémonos en la parte en que metió las zapatillas NUEVAS en un charco del tamaño de una pileta de natación porque no tuvo mejor idea que VENIRSE CAMINANDO desde la cannnnnnnncha de squash, hasta mi casa.
Por si no lo saben, Córdoba, se inunda muy, muy, muy mucho y más rápidamente que Capital Federal, caen dos gotas y literalmente se inunda, mal. Después como viene, se va. El tema es que en el momento en que se está inundando no es aconsejable andar por la calle, salvo que quieras practicar nado o algo por el estilo. Entonces, por qué carajo se fue, en primer lugar, con las zapatillas nuevas a jugar al squash y, en segundo lugar, porque carajo se le ocurrió venir caminando, decíme. Eso no es ahorrar, las zapatillas cuestan 340598 veces más que el taxi. Maldición.
Después dicen que soy una loca. No saben lo que es vivir con el gato y con sdd. Y para rematarla, mi madre, sentada en su sillón de ‘el padrino’, [cada vez que escribo esto me la imagino pitando un habano y hablando como Graciela Borges, genial], me dice: nena nena, la tele la tele. La tele qué, le digo. La tele no se vé, me dice. ¿Y qué carajo queres que haga?, le digo. No sé hace algo, hace algo. ¿Qué haga algo? Y qué proponés. Se me ocurre que podría subirme a la antena pedorra de Directv, para ver si haciéndole más interferencias, vuelve la imagen. Y de paso podría morir electrocutada así no tengo que escucharte nunca más gritando como condenada porque la tele no se vé. ¬¬ O mejor aún, podría ponerte a vos, en un claro acto de autoempalamiento, para ver si vos haciendo de brújula me empezas a mandar la señal con un poco de calidad, no sé.-
Parece que fui convincente porque no me habló más, ¿se habrá ofendido? No sé.
No habré ganado el premio Oblogo-Hipotecario, pero este es el post 400. Felicítenme, herejes.