Todo Sobre Mi Mente

Mi mente posee un compartimiento, que vendría a ser así como una especie de universo paralelo. En él van a parar todas las cosas qué, inevitablemente, debería haber hecho pero no hice.
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Ejemplos

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Voy caminando por la calle, se larga a llover. Pasa un auto y me moja descaradamente. ¿Qué haría si fuera un ser normal en ese instante? Debería encontrar algún objeto contundente y arrojárselo al carro, qué haciendo alarde de su superioridad, me empapó en mi humanidad toda. Pero no. ¿Qué hace mi mente enferma y perfectamente socializada?. Putéa. Cómo si el enfermo que maneja se tomara el trabajo de siquiera mirar por dónde pasa, y a quién moja.

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Otro ejemplo.
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Estoy en la parada del colectivo. Esperando como idiota 20 minutos. Finalmente, lo veo venir, ‘vacío’, me digo. Pero no, el muy cornudo pasa de largo. Ignorando todas la señas que le hago, ya casi, desde el medio de la calle. Porque en la desesperación de ver como se desvía hacia la vereda contraria y anticipar en mi cabeza, que efectivamente, no me va a parar voy yendo cada vez más al medio de la calle, cómo si algo le impidiera a éste ser enfermo, pasarme por arriba cómo a una cucaracha. ¿Qué debería hacer una mente liberada?. Al tiempo que profiere insultos por doquier, debería subir a un taxi, y seguirlo al grito de ‘siga a ese ómnibus’, y al momento de alcanzarlo, subir de prepo en algún semáforo, y agarrar al descarado colectivero a porrazos con el bastón y la cartera de alguna viejecita miope. Pero no. Cómo soy una perfecta imbécil, pero civilizada. No hago más que quedarme con lo primero. Y tomarme el taxi, sí, pero para llegar dónde debería llevarme el autobús.

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Para seguir en la misma línea. Subo a un taxi, indico el camino exacto del recorrido para llegar a destino. El tachero, [gil avivado, si los hay], sigue sus instintos cómo si tuviera conectada una brújula a sus venas, dando por tierra con cualquier indicación previa. Una persona coherente, lo rociaría con nafta y le tiraría un fósforo sin más. Sin embargo, mi mente retorcida pero recatada, simplemente escoge no emitir sonido, sino hasta llegar a destino. A lo que, muy probablemente, el tachero responda con algún falso, ‘no la escuché’, ‘entendí mal’,o simplemente, ‘el tachero soy yo’.

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Es evidente que en algún recóndito lugar de mi mente, todas estas acciones, reprimidas por culpa de la socialización, se llevan a cabo. No obstante, no pierdo las esperanzas de que un día, efectivamente, todas ellas se realicen en el plano real.

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[Ese día, les recomiendo, no cruzarse conmigo].